Siempre me ha apasionado la ciencia. Bueno, quizá no siempre, todos hemos tenido nuestras épocas oscuras de misa dominical, hacer la comunión y no comer carne los viernes de cuaresma. Pero cuando uno es un niño imberbe, sin conocimiento, hace lo que hacen los demás.
Es de mayor cuando empiezas a tener conciencia de lo que se mueve a tu alrededor y gracias a los documentales, sobre todo Cosmos de Carl Sagan y otros similares cuando uno descubre que hay un universo fascinante ahí fuera.
No, no voy a decir que yo de pequeño quería ser astronauta, ni siquiera astrónomo o cosmólogo, porque no tenía ni idea de lo que quería ser. Supongo que futbolista, como muchos.
Es en esa época, cuando leo por primera vez acerca del profesor Hawking y su famosa silla de ruedas. Científico con mayúsculas. Y ahora de mayor me fascina casi todo lo relacionado con la ciencia.
En La teoría del todo, Stephen es un estudiante de doctorado de Cambridge, brillante y mordaz que en una fiesta conoce a Jane, una estudiante de filología de la que se enamora y con la que comienza una relación. Diagnosticado de una enfermedad degenerativa, los médicos le dan dos años de vida, y gracias a la perseverancia de Jane y a su propia fuerza consigue salir adelante.
La película se sostiene por la interpretación de sus dos protagonistas, especial mención a Eddie Redmayne que borda el papel de Hawking hasta el extremo de creer que estás viendo un documental más que una película. Porque no es fácil interpretar a un discapacitado como Hawking y encima hacerlo tan bien. Básicamente se centra en ellos dos y deja en un segundo plano otros aspectos; por eso creo que el guión se podría mejorar y mucho.
Pero son muy justas las candidaturas de los dos actores. Aunque mi favorito es Benedict Cumberbatch y su interpretación en The imitation game, no lo va a tener nada fácil. Te recomiendo que la veas, y si eres muy sensible no te olvides el pañuelo.