Iñárritu es un director que descubrí con Amores perros, adoré con 21 gramos, me estremecí con Babel y aborrecí con Biutiful, curiosamente cuando ya no colaboraba con su guionista habitual, Guillermo Arriaga.
Ahora con Birdman o la inesperada virtud de la ignorancia me vuelve a pasar lo mismo que con Biutiful, me carga mucho y tan solo me quedo con la magnifica interpretación de Javier Bardem.
Michael Keaton está inmenso, sublime diría, la cámara gira alrededor suya en un tramposo plano secuencia, recorriendo todos los rincones de ese teatro de Broadway, en un intento de demostrar al mundo entero que es un actor, más allá de su pasado como héroe de cómic y de películas taquilleras.
A ratos me divierte, a ratos me inquieta y los más me aburre soberanamente esta historia a la que diría que le sobra media hora. El final no me ha gustado nada y no te lo quiero contar para no fastidiarte la película si decides verla, pero yo abría acabado antes, y sobre todo, lo habría hecho de forma más impactante.
Sé que es la favorita para los Oscar, que seguro ganará más de un premio, pero yo no le daría nunca el de mejor película y mucho menos el de mejor guión.