Lo vieron salir del portal, desconcertado. Cruzó la calle hacia el parque que estaba lleno de las hojas del otoño.
Era un día de sol radiante, algo así había que aprovecharlo después de los días grises y de lluvia pasados.
Comenzó a correr de un lado para otro sin un rumbo fijo. Estaba libre al fin, sin que lo controlase nadie, como un preso que ha pasado muchos años encerrado.
Pero no sabía muy bien que hacer, mucho tiempo sin salir, para el todo era otra vez nuevo, por lo que decidió oler las flores. ¡Ah, bendita fragancia de otoño, cómo la echaba de menos!
¡Banner, ven! Escuchó como su nuevo dueño lo llamaba a lo lejos. Sin dudar un segundo corrió hacia él moviendo el rabito; estaba contento, una familia al fin que lo quisiese y cuidase para siempre.