Misión imposible: Nación secreta, quinto título de la saga protagonizado por Tom Cruise en el papel del espía Ethan Hunt. Hasta aquí no he dicho nada que ya no sepas, así que nadie me podrá acusar de hacer spoilers.
Salgo de la sala con la sensación de haber pasado un buen rato, de haber visto un blockbuster correcto, bien realizado. Con un Tom Cruise que pega menos (lo noto algo vejete) y piensa más. Trabaja más en equipo y se le nota más reflexivo que en anteriores entregas.
La saga pierde frescura aunque se mantiene.
Echo de menos al Ethan Hunt más sentimental y romántico de anteriores entregas. Ahora resulta más frío y distante. En esta entrega queda muy bien respaldado por su equipo, con una mención especial para el actor Simon Pegg que ha pasado de un papel cómico y de mera comparsa a obtener más peso en la historia. Jeremy Renner está correcto, Ving Rhames muy pasado de kilos y con menos chispa y la acertada inclusión de Alec Baldwin como director de la CIA. Mención especial es para la chica, una estupenda Rebecca Ferguson que logra hacer sombra al protagonista.
Cabe destacar la escena de la ópera, muy bien rodada, sin estridencias y en la que por momentos me recordaba a El hombre que sabía demasiado de Alfred Hitchcock. Aunque la historia al completo, me suena repetida. Habría que buscar un mejor argumento y dejar de lado la manida historia de espía rebelde/grupo desactivado y en rebeldía.
En películas de este tipo, corres el riesgo de que todo sea tan inverosímil que resulte de chiste, pero afortunadamente, aquí hay una fina línea entre lo verosímil y lo más que improbable que hace que no saltes de la butaca con un ¡Venga ya!
Si se pudiera hacer una mezcla de las cinco películas de la saga Misión imposible, me quedo con Phillip Seymur Hofman como el malo, Rebecca Ferguson como la chica, Simon Pegg como el colega y la historia de Protocolo fantasma.
Afortunadamente ya están preparando la sexta entrega.
